“El mayor riesgo es no correr ningún riesgo. En un mundo que cambia muy rápidamente, la única estrategia que garantiza fallar es no correr riesgos,” Mark Zuckerberg.
Aunque nos gusta mucho ganar, nos molesta mucho más perder.
Este fenómeno es lo que Kahneman y Amos denominaron «aversión a la pérdida», un fenómeno psicológico que está presente en nuestra vida y en nuestro proceso de toma de decisiones.
A la hora de tomar decisiones nuestro cerebro no se comporta como si fuera una «Inteligencia Artificial» sino, más bien, como unos «dados trucados» debido a múltiples sesgos cognitivos.
Uno de esos sesgos es el de «aversión a la pérdida». Aunque hay personas con mayor y menor tolerancia a la pérdida, todos tendemos a dar «más peso» a una pérdida que a una ganancia de la misma magnitud.
Podrás saber cómo de tolerante eres frente al sesgo de «aversión a la pérdida» analizando tus preferencias ante estos dos «juegos» que te propongo:
- Tiramos una moneda la aire y:
a. Si sale cara ganas 100€, mientras que si sale cruz no ganas nada. (Ganancia neta = 50€)
b. Tanto si sale cruz como si sale cara, ganas 50€. (Ganancia neta = 50€)
¿Cuál elegirías? - Imagina ahora este otro escenario.Tiramos una moneda al aire y:
a. Perdemos 100€ si sale cara, pero si sale cruz no perdemos nada. (Pérdida neta = 50€)
b.Tanto si sale cruz como si sale cara perdemos 50€. (Pérdida neta = 50€)
¿Cuál elegirías?
Los psicólogos han demostrado que una pérdida nos duele 2,5 veces más que el disfrute que experimentamos por una ganancia equivalente. Es decir, sufrimos más si perdemos 50€ de lo que nos alegramos si nos los encontramos.
Es comprensible que, si las personas tendemos a sufrir más por una pérdida que a alegrarnos por una ganancia del mismo valor, tenderemos a preferir las opciones en las que no podemos perder, antes que aquellas en las que existe un riesgo de pérdida.
Los seres humanos somos resultado de nuestro proceso evolutivo. Un proceso evolutivo marcado por la lucha por la supervivencia. Probablemente nuestra oposición natural a afrontar riesgos nos ha resultado útil a lo largo de nuestra historia. Pero, ¿sigue siendo igual de útil?
Con este post no trato de animar a nadie a que sistemáticamente busque formas de correr riesgos. Mi intención es, simplemente, mostrar el hecho de que los «sesgos cognitivos» nos pueden llevar a tomar malas decisiones.
El miedo a la pérdida está presente en todos los ámbitos de nuestra vida y, en ocasiones, tomar la decisión correcta supone afrontar riesgos.
Si queremos tomar decisiones correctas, es importante ser consciente de que elegir la opción más «segura» llega sin necesidad de esfuerzo mental ni de análisis. Por el contrario, decidir «afrontar riesgos» supone pensar, obtener información relevante, combatir nuestro instinto natural, evaluar el riesgo y asumir una posible pérdida.
En definitiva, es crucial ser conscientes de que en muchas ocasiones, si queremos decidir bien, tendremos que afrontar riesgos y superar nuestra «aversión a la pérdida».
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