«Tú no ejecutas proyectos; lo único que puedes hacer son las acciones relacionadas con ellos.» David Allen
Escribía en un post anterior que un «proyecto» en GTD® es cualquier resultado deseado que se puede conseguir antes de un año y que exige más de un paso.
También veíamos que la mayoría de los proyectos que aparecen en nuestra lista de proyectos suele ser mucho más «humildes» de lo que en el lenguaje cotidiano se entiende habitualmente por «proyectos».
Nuestra lista de proyectos es una recopilación de los resultados que hemos decidido alcanzar.
Así, por ejemplo, en una lista de resultados de GTD® nos podríamos encontrar contenidos de este estilo:
- Presentar informe de gastos
- He organizado las vacaciones de navidad
- Tengo un buen proveedor de papelería
Aunque tener una lista de proyectos cuando usas GTD® es algo muy sencillo, lo cierto es que la mayoría de las personas la complica innecesariamente.
Una lista de resultados de GTD® no puede contener fechas límite inventadas, ni prioridades, ni siguientes acciones. Solo puede contener resultados.
Por otra parte, una lista de proyectos de GTD® puede ser perfecta sin necesidad de separar los resultados personales de los profesionales, ni de usar subproyectos, ni de utilizar etiquetas de proyecto con las que vincular posteriormente sus siguientes acciones.
Aunque soy consciente de que hay personas que pueden considerar que alguna de estas últimas prácticas les ayuda, en mi experiencia, en la mayoría de los casos, solo sirve para liar y complicar el sistema.
Lo que sí es necesario, es que la lista esté completa, la revisemos con regularidad y nos aseguremos de que cada proyecto tenga al menos una siguiente acción en el sistema para que todos ellos avancen.
Para definir un proyecto, lo único que tienes que hacer es imaginar qué tiene que pasar para que puedas darlo por hecho y, a continuación, escribir ese resultado en tu lista de proyectos.
Una lista de proyectos bien usada, es decir, como propone GTD®, es tremendamente útil, práctica y sencilla. No te compliques.