Veamos si a la hora de hacer predicciones te comportas como un «zorro» o como un «erizo»
Como ya decíamos la semana pasada, hacer predicciones a largo plazo es algo totalmente imposible. Esto, cuando eres una persona de a pie, no gusta, pero cuando eres un experto, gusta menos.
No vamos a ir en contra de los pobres expertos. Es entendible que una persona que se dedica a saber sobre un tema sea reacia a admitir que no sabe.
Tedlock hablaba de que existen dos tipos de persona, los «erizo» y los «zorro».
«Los erizo saben muchísimo, y tienen una teoría sobre el mundo; explican aconteceres particulares dentro de un marco coherente, se erizan con impaciencia contra aquellos que no ven las cosas a su manera y confían plenamente en sus previsiones. Son también especialmente reacios a admitir el error. Para los «erizo», una predicción fallida está casi siempre «fuera del momento» o «muy cerca de la verdad». Son dogmáticos y claros».
En cambio, los zorro «piensan de un modo más complejo. No creen que haya una gran cosa que guíe la marcha de la historia».
No hay que ir en contra de los «erizo», no es el objetivo de este post. Hay que entender que el entorno en el que nos movemos da mucho más juego si eres un «erizo». A nadie le gusta que un experto, que es el que debería saber, le dé explicaciones de seis de un lado y media docena de otro. Porque vivimos en entornos V.U.C.A. y, nos guste o no, no tener ni idea de lo que nos va a pasar en un futuro nos da un poquito de ansiedad.
Por eso sobreplanificamos y por eso nos agarramos a un clavo ardiendo con verdades absolutas, ya sea el saber a ciencia cierta hacia dónde se dirige el mercado laboral, en cuantos años encontraremos la cura contra el cáncer o saber cuándo va a ser la siguiente crisis económica.
Pero hay que tener presente que, cada vez más, ni los expertos se atreven a ser expertos.
Lo que hace unos años era un punto de vista positivista de la ciencia cada vez más se convierte en un paradigma más constructivista. Lo que antes era la receta mágica de la planificación se ha convertido en la planificación adaptativa.
Y todos somos «erizos» en algo, casi todos tenemos esa espinita de conocimiento sobre el que nos sentimos seguros, sobre el que discutimos con púas y dientes y sobre el que no nos gusta admitir que, pese a lo que sabemos, aun así no podemos hacer predicciones a largo plazo.
Sí, es cierto que los «erizo» dan más juego, a lo mejor hasta caen mejor, pero tienen una vida efímera, porque no se tarda mucho en descubrir que son «erizos» y no videntes, y que no tienen bola de cristal. Y sí, también es más cómodo ser «erizo», porque solo tienes que pensar una vez y vale con que defiendas tus ideas desde ese momento en adelante.
Pero que sea más fácil no quiere decir que te haga más feliz, vivimos en el cambio constante y, sobre todo, en el cambio impredecible, así que cuanto antes lo asumamos, mejor. Sí, pasar a ser ««zorro»» cuesta, pero, ¿te animas?