Metas y objetivos: No es suficiente con saber lo que quieres

En el post anterior hablábamos de la importancia de saber lo que queremos para poder marcarnos objetivos.

Yo, en mi caso, para tener las metas claras y saber lo quiero conseguir, tengo que tener claridad sobre lo que no quiero de mi presente, y me basta con tener una «vaga idea» sobre el futuro que deseo.

Después de analizar mi presente para identificar las cosas que quiero cambiar y las posibles consecuencias de dicho cambio, así como hacer un esbozo del futuro que deseo, es cuando puedo responder a la pregunta, ¿qué quiero conseguir en un plazo de más de un año?

Responder a esta pregunta me parece un ejercicio muy interesante, porque me aporta un cambio en mi percepción muy positivo. Es siempre provechoso, con independencia de que decida o no llevar a cabo siguientes acciones, o activar los proyectos necesarios, para alcanzar los objetivos que me he marcado. Es positivo porque este cambio de percepción me aporta información que me permite:

  1. Identificar con facilidad las siguientes acciones que estoy haciendo a día de hoy y me acercan a mis objetivos, y también aquellas que me alejan.
  2. Aumentar las posibilidades de descubrir las oportunidades que se me presenten para alcanzar mis objetivos.

El hecho de responder a la pregunta ¿qué quiero conseguir en el plazo de más de un año? no siempre se traduce en «siguientes acciones» de mi sistema GTD®, porque antes tengo que tener en cuenta el impacto que puede tener comprometerme con más cosas de las que realmente puedo hacer.

No todo son aspectos positivos a la hora de marcarnos objetivos.

En ocasiones nuestra realidad hace que las metas sean poco realistas. Cumplirlos nos exige más de lo que humanamente podemos hacer y terminamos por abandonarlos. Este hecho hace que nos sintamos culpables y minemos nuestra autoestima.

La vida de muchas personas es tan complicada que el más mínimo cambio puede tener consecuencias muy negativas. Es por ello por lo que no recomiendo a nadie que empiece por marcarse objetivos, sobre todo si son ambiciosos, sin antes dominar los cinco pasos de GTD®.

Después, una vez que tengas tu vida organizada y sientas que tienes tu trabajo bajo control con GTD®, entonces es el momento de afrontar nuevos retos.

Revisar nuestro sistema nos aporta información desde distintas perspectivas. Y nos permite hacernos una idea del impacto que tendrá en nuestras vidas incorporar siguientes acciones para alcanzar nuevas metas y objetivos

Así que, si estás pensando empezar un máster, cambiar de casa o aprender un nuevo idioma y no quieres «morir en el intento» te recomiendo que empieces por usar GTD®.